domingo, 8 de noviembre de 2015

Cecilia Carballo





Los monstruos en nuestra habitación
otra vez
mueven la cama
hacia un lado y otro del cuarto
tiran nuestros cuadros
no me dejan ver
arrancan mi ropa
me lanzan por el suelo
toman mis piernas
me arrastran
aprietan mi cuello
lucho con ellos,
desespero
me hincho como un pájaro
unas alas se desprenden
de mi espalda
ellos siguen ahí
los miro con astucia
y me escapo por la ventana.






Entraron a mi habitación
tres linyeras
dicen llamarse
Federico, Alejandra y Juan
yo no les creo,
para mí que vieron mis libros
y dijeron esos nombres
para convencerme y quedarse
Alejandra vive entre la ropa vieja
agarrada a un libro de Antología Uruguaya
Federico se quedó con todos mis perfumes
y mira mucho mis cuadros de Dalí
Juan vive entre mis apuntes escolares
lee mucho sobre historia argentina
y a Rosa Luxemburgo.
Una vez entró una pelirroja
a la que ellos llaman Marosa
estuvo unos días
me llenó el cuarto de lagartijas y hormigas
la obligué a quedarse en el balcón
con mis cactus y aloe vera,
el otro día la miré
y quise ser ella
dormida entre hojas,
con mariposas en la cabeza.
beber el agua
que queda en la regadera






Cuando abro los cajones del placard

brotan raíces

llegan hasta el piso

lo invaden de tierra y hojas verdes

rompen la pared

emana una catarata

mi habitación es un mar de sábanas

buscan su curso

nada las detiene

crean grandes olas entre los libros

se deshacen

sus hojas se convierten

en peces, algas y corales

la ropa cae del placard

se transforma

en delfines, lobos marinos y focas

me acostumbro a nadar

entre sábanas

soy pez, cazona, loba.



Cecilia Carballo nació un 25 de febrero en el barrio de Ituzaingó. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA. Es docente de periodismo, medios audiovisuales, cultura y didáctica. Además es amante de la literatura, la música y el cine. En el 2012 obtuvo una mención en el Concurso Provincial de Poesía “Ginés García”.


¿Por qué escribo?

Escribo por varias razones; una de ellas es para detener mi incertidumbre, otra acallar el vacío y la última para crear un mundo imaginario, en que habiten mis lectores y yo.






martes, 8 de septiembre de 2015

Corina Maruzza

Foto: Corina Maruzza
 
 

Haz el caballo

ya no me digas qué se siente
Luis Alberto Spinetta



rectos humanos
entre autos caratulados
sumergen misiles del Fondo
de Catedral a Kurdistán

 

ríos de plomo en sangre
ni bien madrugo requisa
reptis de un asfalto formoseño que la polis
intercepta a mitad del cartoneo
más te vale blanco y derecho
que saltar a lo wichí
 
 
 
mal de mares
llenos de muertos
de ambición de estar vivos
acuchillados del hambre
de inquietud migratoria
ni conseguir lo más mínimo

 

presume un número
(hay para las banderas
para las avalanchas
para los enfierrados)
fondos paracaídas
ambigua presupuestancia



humanos
¡identifíquense!
carrera de embolsados
led en la estación:
corazones wifi
un cielo alumbrado
antifaseado
menos pis por arbolito
a la vista de



¡rectos, humanos!
pique blandido entre la vía de los trenes
crucis oblongas de las secretarías
sentadita en trencito
fila india de púberes
alta paliza



ibas a estar bueno
pero es que estás tan buena
te voy a llenar de
papelitos las conejitas
de talleres de bolitas



te voy a lavar los tachos
para que puedas dormir caliente
y voy alfombrar la mugre
a enveredarte las ruedas
te voy a prensar la lengua
lo que tengas
o no tengas



derechos esos caños
retorcida la médula
óxido piel cartón plástico
anda
vértebra
tira del carro
¡jalona
corcovea!





Fundamentalista del presente

te ayuda a subir con un brazo y dos piernas
la impiadosa curva de esa pendiente
pie piedra
pies fuelle
eje fuerza vértebra piel
centro por encima
aerostático
imantado
afectado
modestia



el piso se dibuja de peces
mareas nos organizan en anfibia reversa
pletóricas
orgánicas
plexo soláricas
que se curvan e intensan las teclas que invertebran para nadie
el trote que atraviesa y las baila hasta el desliz
sin que aparezca silueta


fácil
el techo se tormenta
se tuerce en una cueva que lo aleja entre isquión y ceja
paladar cascabel
diente que tintinea
sinuosidad de los hombros
medio loto
palmera



pubis que se aleja por encima del cráneo
voz que desliza en el crecimiento de un pelo la cien
remotos del coxis y los trocánteres que trocan
el piso por un cuerpo
sobre el que gira o giro o rola
un brazo
dos piernas
y se apiada esa curva pendiente por la que sube
mariposa rodilla
libro cadera
plaga de ojos
que mira 
y gatea

 
 
 
 
 


Autorretrato


un gesto tendido en surco
un detalle la apertura del beso
que el tentempié
invoca
 
 
 
línea insular
también resultado
de algún reniegue
acuático
una ínfula
 
 
 
pendientes
caravanas
ondulando hacia las escápulas
versiones de lo anguloso
 
 
alrededor: plantas
tréboles nacidos y unos gajos
trémulas ofrendas de las reproducciones
por trasplante
por obsequio
rescatada la intemperie de la espada
su filo inofensivo 
indefenso
 
 
 
bandada
que mira el cielo
lanzada en círculo
a pique vertical
otra zambullida
los ojos que ven el salto de regreso
en caída
 
 
 
paréntesis sobre la marcha
vías aéreas
nocturnas
que son ciudades
que son marinas
del sur
párpados
gotas


 



 
 
 
 
 
 




Foto: Fernando López
¿Por qué escribo? Las plantas hacen silencio. Creo que en cada momento las razones varían. Ahora lo hago motivada por el movimiento. Con alegría recuerdo la sorpresa que me dio descubrir cuánta importancia daba Perec a las manos cuando leía. En seguida, eso tuvo para mí muchísimo sentido. En mi caso, cuando escribo están comprometidos los pies, como cuando leo o bailo. Los ojos, los pies, las manos. Pero también todo el cuerpo. No sólo mi cuerpo. No sólo cuerpos humanos. Tal vez no sea a mí a quien haya que preguntarle por qué escribo.


Corina Maruzza
 
Nací en 1979. Soy guardavidas.
Mi casa es en Banfield, donde trabajo como psicóloga. Me recibí en la U.B.A. Cursé el Doctorado en Salud Mental Comunitaria en la U.N.La.

Sería de Flores, donde también trabajo, si fuese de la capital. Acá hice la residencia, coordiné el taller literario de la sala de internación de salud mental del hospital Álvarez y publiqué dos números de la revista Teodoro.
Obtuve un premio y algunas menciones en las XIV, XV y XVI Jornadas Metropolitanas de Residentes de Salud Mental, por la presentación de relatos de casos clínicos y de la experiencia en un taller de juegos con niñ*s que recibían diagnóstico de autismo y asperger. Dos de esos trabajos fueron publicados en la revista Clepios, y en la página web del hospital Álvarez. Me formé en Atención Primaria de la Salud en Maimará.

Junto con Irina Tozzola llevamos a cabo el proyecto de poesía ilustrada Cinco Setas.
Hace algunos años empecé a repensarme y estudiar sobre disidencia sexual. Ya trabajaba en cuestiones relacionadas con la violencia del género. Sigo en eso.
Tuve la suerte de: 1) tipear colectivamente La sublevación de Bifo y participar de la costura (encuadernado) de Informe de Reynaldo Jiménez, ambos publicados por la editorial hehkt, y 2) leer en la mítica cabina del Cheescake (hoy desmantelada) en la Ronda de Poetas, en Montevideo.











lunes, 3 de agosto de 2015

Maria Soledad Soto


 
 

Border

brota la mata

bruta

crece      súbito verde

de las fisuras del cemento

irrisorio yuyo

allí está

ínfula chiquita

selvática

conejo de galera



desconocemos los pases mágicos

de semejante osadía

venir a nacer

lo que no era preciso



allí asoma

bella y renegada

espíritu que arborece

burlando el manual

arremete impúdica

abismal

una fisura

y su húmedo verdor



donde hay muros

la mata escribe

                               siempre            al borde
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 

un cuerpo no-cuerpo
momia
olvidado en los placares
durmiendo el sueño
de lo contínuo
de pronto arroja
su primer sutil movimiento

como un hondo bostezo
vuelve de la inmovilidad
del letargo
de telarañas que amortajan
un cuerpo

un animal
perteneciente a los sin especie
se acerca
ondulante
sus pasos hacen eco
se oyen sus latidos
pienso
mi primer pensamiento: “un corazón late!”
y no tengo miedo
de este encuentro sobrenatural
entre un vivo y un muerto

la bestia hembra
lame mi cara
como si fuera su cría
y me inscribe en el mundo

pero alto!
no es dulce nacimiento
ni raso deslizamiento
sino un quiebre
violento despertar
un golpe desde lo profundo
al que ahora le doy el primer sorbo
que calienta mis músculos
y la sangre
corre, me recorre

y así me levanto
con un grito de gracia
que me lanza como flecha
a lo vivo y desconocido
de la humanidad

 
 
 
 
 
 
 
 
*
De incendios se hace la estirpe”.
Emiliano Bustos

Buceá en el fondo
del hondo fuego
fogonealo

o en los bordes fueguinos
arribita nomás
-ahí-
brutamente desborda
sabroso flameante
lo que abajito
no se encuentra

la urgencia de un fuego
prende y arde
el fru fru de la llama
arrastra momias melancólicas
mamotretos
mamárranchos

la profundidad de la profusa
llama quilombera
pellizca
muerde
antimuerte
quema telarañas

buscá en las superficies hondas
las capas perdidas –caídas-
levantalas en alto
ofrecelas a la llama definitiva
bruta puta
brillante

enfuegate
enfiestate
en el fuego villero

lo único cierto es la llama”
abrillanta hasta las trincheras
los placarcitos
los patios traseros
los muros
la mugre
debajo de la alfombra
y todo lo
recónditamente agazapado
es iluminado

y ahí un buen sorbo
luminiscencia
devenir llama
no es trago dulce
arde
pica
la verdad


 



 
 
 
Soy Soledad Soto, nací en Lomas de Zamora. Me gusta el espíritu y la tranquilidad de mi barrio, de casas viejas, árboles altos. Estudié psicología y me apasiona el psicoanálisis. Me gusta dar clases, estudiar, la música, el canto.

                                                                                                       ¿Por qué escribo? Escribir hoy para mí es un descubrimiento, algo liberador. Van saliendo las primeras imágenes y palabras, de algún lugar un poco desconocido, y van transformándose en una oración, un poema. Y eso me da alegría, me libera. Creo que escribir es eso, un pequeño y poderoso acto de libertad.

Taller Gratuito con inscripción previa- Hay tiempo hasta el 18 de Octubre de 2023

 Un espacio para empezar a mostrar y repensar el trabajo en función de una primera socialización cuidada, con personas que escriben con pasi...