Foto: Corina Maruzza |
Haz el caballo
ya no me digas qué se siente
Luis Alberto Spinetta
rectos humanos
entre autos caratulados
sumergen misiles del Fondo
de Catedral a Kurdistán
ríos de plomo en sangre
ni bien madrugo requisa
reptis de un asfalto formoseño que la polis
intercepta a mitad del cartoneo
intercepta a mitad del cartoneo
más te vale blanco y derecho
que saltar a lo wichí
mal de mares
llenos de muertos
de ambición de estar vivos
acuchillados del hambre
de inquietud migratoria
ni conseguir lo más mínimo
presume un número
(hay para las banderas
para las avalanchas
para los enfierrados)
para las avalanchas
para los enfierrados)
fondos paracaídas
ambigua presupuestancia
humanos
¡identifíquense!
carrera de embolsados
led en la estación:
corazones wifi
un cielo alumbrado
antifaseado
menos pis por arbolito
a la vista de
¡rectos, humanos!
pique blandido entre la vía de los trenes
crucis oblongas de las secretarías
sentadita en trencito
fila india de púberes
alta paliza
ibas a estar bueno
pero es que estás tan buena
te voy a llenar de
papelitos las conejitas
de talleres de bolitas
te voy a lavar los tachos
para que puedas dormir caliente
y voy alfombrar la mugre
a enveredarte las ruedas
te voy a prensar la lengua
lo que tengas
o no tengas
derechos esos caños
retorcida la médula
óxido piel cartón plástico
anda
vértebra
tira del carro
¡jalona
corcovea!
corcovea!
Fundamentalista del presente
te ayuda a subir con un brazo y dos piernas
la impiadosa curva de esa pendiente
pie piedra
la impiadosa curva de esa pendiente
pie piedra
pies fuelle
eje fuerza vértebra piel
centro por encima
aerostático
imantado
imantado
afectado
modestia
el piso se dibuja de peces
mareas nos organizan en anfibia reversa
pletóricas
orgánicas
plexo soláricas
que se curvan e intensan las teclas que invertebran para nadie
que se curvan e intensan las teclas que invertebran para nadie
el trote que atraviesa y las baila hasta el desliz
sin que aparezca silueta
fácil
el techo se tormenta
se tuerce en una cueva que lo aleja entre isquión y ceja
paladar cascabel
diente que tintinea
sinuosidad de los hombros
medio loto
palmera
pubis que se aleja por encima del cráneo
voz que desliza en el crecimiento de un pelo la cien
remotos del coxis y los trocánteres que trocan
el piso por un cuerpo
sobre el que gira o giro o rola
sobre el que gira o giro o rola
un brazo
dos piernas
y se apiada esa curva pendiente por la que sube
mariposa rodilla
y se apiada esa curva pendiente por la que sube
mariposa rodilla
libro cadera
plaga de ojos
que mira
y gatea
Autorretrato
un gesto tendido en surco
un detalle la apertura del beso
que el tentempié
invoca
línea insular
también resultado
de algún reniegue
acuático
una ínfula
pendientes
caravanas
ondulando hacia las escápulas
versiones de lo anguloso
alrededor: plantas
tréboles nacidos y unos gajos
trémulas ofrendas de las reproducciones
por trasplante
por obsequio
rescatada la intemperie de la espada
su filo inofensivo
indefenso
bandada
que mira el cielo
lanzada en círculo
a pique vertical
otra zambullida
los ojos que ven el salto de regreso
en caída
paréntesis sobre la marcha
vías aéreas
nocturnas
que son ciudades
que son marinas
del sur
párpados
gotas
¿Por qué escribo? Las plantas hacen silencio. Creo que en cada momento las razones varían. Ahora lo hago motivada
por el movimiento. Con alegría recuerdo la sorpresa que me dio
descubrir cuánta importancia daba Perec a las manos cuando leía. En
seguida, eso tuvo para mí muchísimo sentido. En mi caso, cuando
escribo están comprometidos los pies, como cuando leo o bailo. Los
ojos, los pies, las manos. Pero también todo el cuerpo. No sólo mi
cuerpo. No sólo cuerpos humanos. Tal vez no sea a mí a quien haya
que preguntarle por qué escribo.
Foto: Fernando López |
Corina Maruzza
Nací en 1979. Soy guardavidas.
Mi casa es en Banfield, donde trabajo como psicóloga. Me recibí en
la U.B.A. Cursé el Doctorado en Salud Mental Comunitaria en la
U.N.La.
Sería de Flores, donde también trabajo, si fuese de la capital. Acá
hice la residencia, coordiné el taller literario de la sala de
internación de salud mental del hospital Álvarez y publiqué dos
números de la revista Teodoro.
Obtuve un premio y algunas menciones en las XIV, XV y XVI Jornadas
Metropolitanas de Residentes de Salud Mental, por la presentación de
relatos de casos clínicos y de la experiencia en un taller de juegos
con niñ*s que recibían diagnóstico de autismo y asperger. Dos de
esos trabajos fueron publicados en la revista Clepios, y en la página
web del hospital Álvarez. Me formé en Atención Primaria de la
Salud en Maimará.
Junto con Irina Tozzola llevamos a cabo el proyecto de poesía
ilustrada Cinco Setas.
Hace algunos años empecé a repensarme y estudiar sobre disidencia
sexual. Ya trabajaba en cuestiones relacionadas con la violencia del
género. Sigo en eso.
Tuve la suerte de: 1) tipear colectivamente La sublevación de Bifo y
participar de la costura (encuadernado) de Informe de Reynaldo
Jiménez, ambos publicados por la editorial hehkt, y 2) leer en la
mítica cabina del Cheescake (hoy desmantelada) en la Ronda de
Poetas, en Montevideo.
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