Ya no temo los ruidos, dejaron de echarme
Este sillón mira desde la esquina
Pondera los viejos escombros
Que hoy tienen la belleza de un objeto sin memoria
Los gatos.
Ellos sí que saben calcular todas las distancias;
Saltan y se apropian
de cada centímetro de espacio, mis libros, los muebles.
No soy más que una visita prolongada
que porfiada en perpetuarse
encarna esta indecisión
menos ajena que la chimenea
que no enciendo
O este sillón
desde donde espío mi casa.
*
He encontrado un conflicto
Una excusa.
Aún no logré ponerte en algún sitio que me calme.
*
Se yergue, aplastándonos como hormigas que intentan trepar por el pie de un gigante en movimiento.
Se fragmenta en espacios inconexos, en miles de calles que se agotan al llegar a la esquina, en bulevares que atraviesan edificios vacíos
Y se duerme, acostada sobre el Sena que, inmóvil, la soporta hasta que despierte para que no se hunda
Paris no está en el mapa, deambula sostenida
María Celia Battiti Correa
Por qué escribo?
Escribo, no sé si es una opción. En sentido estricto, claro que lo es, pero cuando dejé de lado el ejercicio para dedicarme sólo a leer, no me salió. Entonces, hace no tanto, decidí tomármelo con un poco más de seriedad y con menos gravedad.
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