Cuando me
dejaste
en esa
tundra de parquet
abrí las
ventanas
para
expulsar fantasmas
el sol
casi de noche
me dio una sombra enorme
le
hubieras temido
la
hubieras enfrentado
como un
boxeador
pero vos
ahí no estabas
la sombra bailaba
me
enseñaba sus pasos
me
invitaba a atravesar paredes
y saltar
en las cornisas
la
oscuridad que brotaba de mis pies
me
abrazaba y me guiaba
en
misteriosas danzas de sufí
bailé
llenando los vacíos
matando
los silencios que dejaste
borrando
tus huellas en las cosas
cubrí la
casa de canciones
cambié
todos los olores
colgué
mis iconos de Rusia
la imagen
de una virgen montaña
custodiaba
mi tálamo
ahora
páramo
nunca tuviste una buena relación con la resaca
nunca entendiste
la importancia de ese caos sereno
después del otro caos
camino natural
hacia un orden certero
nuestro yo más despreciable
la borrasca deja su resaca
algo puede reciclarse
el olor a tierra mojada y su compost
vómito que limpia
migraña que esclarece
de ahí algo también brota
ese aroma a cosas vivas
que abre los poros
reconstruir en el día
los restos que caen de la noche
el retroceso mentiroso de las olas
que dejan secuelas en la arena
lo que dejó la crecida
perdido en las costas
tu empeño en rescatar algo
de nuestra resaca
el tesoro arrastrado
enredado en el limo
a medio camino
entre el mar y la tierra
podredumbre de la que puede salir algo digno
malestar que cura
hoy yo soy resaca
Pintura con borde blanco
Estoy lista
para tener ojos con colmillos
devorar cada color y su sonido
sumergirme en todo lo que avanza
Seré el eco de todas
las tormentas de
nieve.
Quiero ver y perderme
como una bailarina ciega
renunciar a entender algo
limpiarme del juicio
las teorías
de la historia
voy a hacerme cargo del vacío
Voy a dormir
en el grito mudo de ese borde blanco
Buscaré hasta que duela el cuerpo
mil palabras que alcancen a la vista
Quiero convertirme en loba hambrienta
Desgarrar mi vientre y llenarlo de sublime
La ira de Dios guardada en un sagrario.
No, más!
Dinamita estallando adentro de una caja fuerte.
No, más!
Motos rugientes en jaulas-esferas.
No, más!
Una rata cocainómana rodando en su ruedita.
Valentina Bonelli
Cuando tenía 4 años mi hermana me enseñó a escribir jugando a la maestra, y creo que de ahí ya me largué a escribir poesía, cuentitos, lo que fuera. Eran los rastis, las Barbies (por las que aún deliro) y la literatura. Algo cotidiano, sin actos solemnes, ni rituales ni temores. Hubo momentos de llenar cuadernos, otros de mutismo, pero creo que nunca dejé de tener el hábito de la escritura. Me fascinan las palabras, combinarlas, saborearlas y cuidarlas como si fueran las piezas de un bordado, o los ingredientes de una poción mágica que puede salvarte o convertirte en calabaza.
2 comentarios:
"el sol casi de noche
me dio una sombra enorme"
que linda selección de textos!
intensos!
abrazo vale!
Bien!
Me gusta!!
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