Imagen: Luis Alberto Spinetta
apenas empezada
malentendida
en mi caos
mi cosmos alunizado
estelar
yo
eterna efímera
pulsátil me vengo y me voy
con y contra tu lengua
oráculo
un desprender(me) de tus fauces
a aperturas
me abro
yo
ahora toda abierta
expelo el vértigo
mirada imantada
y esa asíntota
podría estar acaso
al fin
allá?
hundimientos
yo-me-hundo
en esta esquicia
frenéticamente en el sin-tiempo luminoso
crepuscular
yo creo:
mi tiempo
singularísimos segundos míos
repletos de mera vacuidad
¡que he creado!
encendimientos:
estoy y no estoy
y da igual
estoy en lo que de mí veo en sus ojos
en lo que sus letras hicieron de mí
yo
me asomo en el gesto
poético
siempre evanescente
serpenteante
pronta a la huida
nutrida de algarabía floral
revuelta de yo enredada
de tormentosa canción
insecta
arácnida o perra
todas esas
yo
invasión acústica resuena
titila en soledades
y airea
los firmamentos mezquinos
el ruido heredado
encarnado
la pregunta insiste
en agitamientos retumba
y ya salgo del reposo
yo
en caótico revoloteo
metamorfoseante
desprendida ya de viejos vasallajes
engendrada
de mi
parto
en vaivenes
a rítmicos golpes
de amor
desamor
yo recomienza
pero
si yo esquivase,
encogida
tus sombras
correrías?
lo dúctil dejando
moldear
otra cosa
y ahí ahondabas
el segundo
en lo aún no
descubierto
como un niño
eso propulsa
apronta la llegada
abismadamente
(una espera
acompasada
advierte
encendimientos)
buscar lo
equilibrante es un moverse continuo
desamarrarse
subvirtiendo
o aparecer
de a ratos
en el corte
en lo que cala
las fallas
ahí donde eso tiembla
porque eso coagulado
pesa
pesa enmudecido y
grita: golpea
no
calla
un eco percute
no callan
abrazadores
febriles
como si manasen de lo
hondo
en profuso continuo
otra vez caigo en la
imagen lacunar
desdibujamientos
y el sueño previo:
presagio onírico
de lo que no vendrá
acaso un delirio
mitigara
la empastada memoria
para fregar las
marcas
lamerlas
si me abroquelase
en el charco estéril
de lo inmóvil
en lo mohoso del
recuerdo, enmudecida
hubieras acaso
seguido cerca?
entonces
ya no debemos
temer al tiempo
lúminas encienden
soledades
desmembradas
discurren en vuelos
algo orbita
luciérnagamente
vivifica el
aire
y si alumbrases?
respiro desmadrada
río abajo arriba
en fluencias
saliendo soy diluvio
carne fecunda
desenlazada
y te dedico
este ardor hacia lo
inútil
filamentos míos que
se extienden
arborescencias:
una tenaz vocación de
pájara
migrando, cada vez
ya no temo al revuelo
a lo demasiado del
mundo.
Deja tu comarca entre las fieras y los lirios
Marosa Di Giorgio
cruzaré el espacio nublado de la noche
el cielo explotando astros
extendido
azul
camino habitada de pájaros y peces
atrás queda la calma
el lugar familiar
la huella opaca
-una vez dijiste
que habría que sangrar-
avanzo por el río en movimiento
quebrando el ruido / como un cristal
desciendo
se me enredan
animalitos en el pelo
-una música, un perfume-
flotando en el aire húmedo
mi voz calma alumbra
el tamaño silencio nocturno
envuelta en cantidad de sombras
sigo el delgado hilo de luz
-tu huella-
llegaré con el crepúsculo
en ese instante confuso
llegaré sin velos
otra
nueva
me impulsa el deseo
quedarme en el sitio exacto de tu pie
todo lo que tocan mis dedos
tiene el color de tu risa
serán nuestras manos
el desorden del mundo
llegar a tu lugar
despertar del sueño
la vida comienza en tus ojos
que interrogan los míos como un fuego.
Águeda Pereyra
Soy Águeda, mujer. Nací en Madariaga, y emigré hace años a esta
ciudad que me agobia y me fascina. Estudié Psicología y
ejerzo el psicoanálisis, en el Borda y en otros bordes. Enseño, estudio. Estoy
enamorada. Amo los perros, la música, la lluvia y las noches.
¿Por qué escribo? No sé. Escribo: es algo nuevo. Quizás me pobló
siempre y ahora aparece como otra forma de decir(me), de hacer con el hueco,
con el cuerpo que habito. Y empuja. Un resistir al tedio desde un lugar que
resulta cada vez más amable, cada vez más infinito. Espacio lúdico,
descubrimiento: corrimiento de mí misma, alumbrar opaco. Sin ínfulas, sin vanidades. En
confines.
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