jueves, 7 de junio de 2012


Una prueba,
la de mirar el árbol y no querer
treparlo hasta la rama cimera

solo mirarlo a ultranza y frotarlo
con pupilas agachadas
hacia adentro abajo atrás, treparlo no,
para tocar cordial dermis, un poco,
que las pestañas no hieran:
                                                    porque no
se muestra lo tierno habido en el

escondido recurrente
corazón

2 comentarios:

Jorge Curinao dijo...

hasta pulverizarse los ojos.

Marimé dijo...

Ah, sí, tal vez. O quedar ambos intactos

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