miércoles, 23 de noviembre de 2011

Alicia Saliva




Relevé

querer en puntas
de pié


este aleteo
ante la inminencia
este pálpito a destiempo
y el respiro a bocanadas

ante el  rumor del regreso
esta fuerza en los talones
leves                            de gacela
para subir cuestas al mediodía
para atar hermosas tipas de otoño
y girar galerías  

ante el asomo leve e incierto
se  me inclina el cuerpo
y un atropello de lanzas
suelta su disparo

no las detengas
te atravesarían los ojos

es una tropilla entre pajonales
cuando te intuyo  


(De Aleteos)

Víspera en las márgenes del río


Callan las cuerdas.
La música sabía lo que yo siento.
Jorge Luis Borges


el canto espera
se sabe poco lejos de las arpas
que cuelgan sus cuerdas
en ramas de árboles extraños

y la lengua de los sauces
de sus lágrimas
verdes y largas como caricias en el río
hoy dejan que el aire escuche
sólo el roce del viento en el agua

manos tejedoras
mezclaban la canción de sus hilos
-va bien ese rojo estridente sobre la piel apagada-
con tonos soleados
de las cuerdas de las arpas

ahora
en una vera donde la noche trae
oscuro silencio de luces

enmudecieron las agujas

no se oye ni un choque de metales
en el vasto número de los mundos
/que el canto esperan

(De Las veredas del agua)



Las costas


poniéndose detrás, a los pies de él,
comenzó a llorar…
Lc. 7, 36

¿Ves a esta mujer?

no sabe de largos mares ni desiertos
hundimientos, atracos, bonanzas
que trajeron perfumes y frascos de alabastro

ella sólo recibe la abundancia

sus cabellos descuidados
negros como el olor amargo de su vida
enmarañada entre mis pies

sus cabellos que no terminan
tanto deseo
apenas mojado
entre lágrimas y perfumes  

ese amor aroma
oferente
¿dónde tuvo crianza, quién pudo nutrirlo?
si lleva siempre la piel vieja y sucia como humareda
ajena el alma y el cuerpo al placer del agua

¿La ves?

cómo no verla
si se entrecierran las ventanas porque huele y grita cuando pasa
sólo el viento se le queda
enredándose un poco con el polvo, el frasco, los cabellos, las sandalias

ella no imagina
no sabe dónde algo le arde


para derramar su deseo fresco
de humedecer la carne y el aire amados

que oliera a nardo y el bálsamo le entrara en el alma 

¿Pero no ves a esta mujer?

no,
no viste nada de lo que ella viera

callada como las costas
trae perfumes, collares, cabellos

habla la lengua del infinito

una gota fragante mezclada en su cuello
atraviesa la mata de pelo con que frota el suelo
se escapa del charco de pies y de lágrimas
y no se evapora

ni siquiera entre estos versos
(De Las costas)

Alicia Saliva
Biografía
Qué difícil esto de decir quién es uno. Queda demasiado en los blancos. Sí, es verdad, soy Alicia, estudié Letras, vivo de ellas, doy clases y me maravillo cada vez que yo misma u otros des-cubrimos un fragmento, una mínima esquina, del inmenso mundo. Leo poesía desde siempre, quizá con demasiado vicio analítico hasta hace unos años, cuando supe que puede ser parecido a respirar o a una urgente contienda política. No da igual. Así, claro, en la vida. No da igual estar allí cuando algo sucede que haberse ido.
¿Por qué escribo?
Porque algo empuja, y da la casualidad de que me empuja a mí. No vale correrse y que esas manos presionen el aire. Están apoyadas en mis espaldas. Algo traen, algo quieren. Las dejo tamborilear en mis dedos. 
Porque sin la palabra poética el lenguaje sería como hablar bajo el agua. Le faltaría forma, sonido, precisión, se disolvería. Porque no alcanza con decir, o con decir no se alcanza aquel cruce de la voz y la vida donde resiste lo que no se puede enterrar.

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 Un espacio para empezar a mostrar y repensar el trabajo en función de una primera socialización cuidada, con personas que escriben con pasi...