Graciela Pedroche

Helado
se entibia
por el sol rabioso
de la mañana jujeña
lo pasan
de una boca a otra
y las lenguas juguetonas
lo ayudan a dejar de ser
las mira la Señora
en andas de sus fieles
Patrona del lugar
parece sonreír
a las que no comieron
el pandevida
Virgen nena
como las tres que se lamen
todavía lo pegajoso
pasea con el pueblo
al compás de las comparsas
salió la Candelaria
bendiciones en Maimará.
Cada quien carga lo suyo.

*
Cada tanto sucede;
un llamado
de atención
sacudón
un golpe de golpe
sin aviso
nos deja casi desnudos
esperando recobrar el aliento.
Otras,
una invasión, o inversión
devuelve el alma
incontenible,
Y entonces ¿qué queda?
lo común
lo que ata
lo que es
cuando “lo otro”
pasó.

*
Imantados parecían
quererse
no era fácil
pegados a recuerdos melosos
de otras vidas, o la misma mejor.
Se avergonzaban por la gravedad de este tiempo.
Sangraban de pena
de bronca.
Era espejismo el pasado. Se deshacían mientras vivían.
Presente siempre
por saber que ya no podían apostar.
Puestos a vivir se morían.

*
Desatar nudos, cordones
separar
lo que está unido
romper los envoltorios
desvestir
recorrer lugares
que no llevan a ninguna parte
pasear pasar miles de veces por ahí,
virginalmente
encontrar lo inesperado
pasa todos los días.

Escribo tal vez, por la esperanza de decir o decirme, por la belleza de las palabras, o de una que diga del misterio sencillo o incomprensible de la vida. Tal vez para celebrar o salvar lo cotidiano. Y allí estaría la esperanza no se si podré y el último tal vez, porque antes me dieron y me siguen dando las palabras otros y otras.